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¿Dependencia emocional? Identifícala con estos signos

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¿Dependencia emocional? Identifícala con estos signos

Inestabilidad, tendencia a la destrucción y un fuerte desequilibrio en la pareja es la tríada que acaba definiendo una relación basada en la dependencia emocional. La persona dependiente se somete (no siempre es el otro el que ejerce de forma directa el poder), coloca en un pedestal y magnifica a su pareja. La autoestima se daña completamente, llegando a producir alteraciones en el estado de ánimo e, incluso, en la salud física. Y paradójicamente, aunque ejerce un gran malestar sobre la vida de la persona, somos incapaces de dejar la relación, aumentando, de hecho, la atracción.

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Creo que tengo dependencia emocional

¿Te has visto reflejado en algunos de estos puntos? Puede que tengas tus dudas, que te veas reflejado en cierta medida, o incluso de forma total. Pero ¿cómo puedes reconocer de forma exacta si hemos vivido o estamos viviendo en una relación basada en la dependencia emocional?

Aunque no todos los puntos pueden llegar a cumplirse al 100%, sí deben reflejar, al menos, la norma general de la persona dependiente.

Signos de la dependencia emocional

  • Proceder de un ambiente o una situación familiar no del todo funcional, donde las necesidades emocionales y afectivas no estaban suplidas. Para ilustrar este hecho, hay un chiste muy extendido: “Un miope se encuentra buscando sus llaves de madrugada bajo la luz de una farola. Otra persona llega y se ofrece a ayudarle, pero antes le pregunta, ¿estás seguro de que las has perdido aquí? A lo que el otro responde, No, pero aquí hay luz.”. Y es que en eso basamos las relaciones muchas veces, en encontrar lo que no tenemos en situaciones en las que parece que hay luz, pero que realmente no pueden de ninguna forma reparar lo que una vez se dañó o suplir las necesidades que tenemos.
  • Compensar la falta de amor que tuvimos. Esa necesidad de amor se intenta compensar dando nosotros mismos amor al otro, incluso cuando ni siquiera lo quiere o lo necesita.
  • Temor exacerbado al abandono, lo que acaba por empujarnos a hacer cualquier cosa para no sentirnos solos.
  • Nunca nada es demasiado problemático. De hecho, por muy dura que sea la situación, seguimos al pie del cañón: todo por ayudar al otro.
  • La falta de amor es una rutina en tus relaciones. Por eso esperas, te aferras a cualquier esperanza, por pequeña que sea y te esfuerzas constantemente por complacer.

Amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida. Oscar Wilde

  • Toda culpa o responsabilidad es aceptada en más del 50% por ti, independientemente de lo que haya ocurrido.
  • La autoestima está en niveles muy bajos. Además, sientes que no mereces felicidad y buscas ganarte constantemente el cariño del otro y el derecho a ser feliz.
  • Inseguridad. Necesitas, debido a la falta de confianza, controlar al otro desesperadamente. Y todo lo escondes bajo el pretexto de ser útil.
  • Relación idealizada. Miras la relación en base a cómo te gustaría que fuese, nunca a cómo es realmente. Por eso, todo es basado en la necesidad de cambio del otro y de la situación que os rodea.
  • El dolor es adictivo. Necesitas estar siempre en contacto con alguien, pero cuando se acaba, el dolor lo ocupa todo y llegas a sentir cierta comodidad en ello.
  • Te atrae toda persona con conflictos sin resolver, aquel a quien tengas que salvar. Por eso, eres el héroe de las relaciones con tal de no responsabilizarte de ti mismo.

¿Te suenan todas estas situaciones?

Y es que acaba sucediéndote lo que afirma Robin Norwood, experta en relaciones de dependencia emocional, que la gente hambrienta hace malas compras. Necesitas amor, te metes en relaciones disfuncionales, no ves el peligro ni el daño que puede ocurrirte… Pero salir de este tipo de relaciones es más complejo de lo que parece, ya que sin ayuda acaba convirtiéndose en un círculo vicioso. Por eso, si crees estar en una relación de dependencia, o conoces a alguien que lo esté, no dudes en buscar ayuda especializada. Las relaciones deben basarse en el amor y el respeto, y nunca en el dolor o las humillaciones.